Lo que vi aquel día me impactó... Luis se convirtió en un huracán, un auténtico "animal" en la batería. La velocidad, intensidad y dominio del instrumento eran abrumadoras, no se puede describir con palabras. Irradiaba energía y era como si te envolviese y te cegase al mismo tiempo, una locura. Recuerdo sentirme muy orgulloso de él en ese momento y de reojo descubrí que el propio examinador había dejado de escribir y le miraba perplejo.
Jamás te olvidaré querido hermano. Siempre serás parte de esta escuela y
pronto la clase de batería llevará tu nombre, el lugar donde más te gustaba
estar en el mundo. Descansa en paz querido Luis.
Es cierto que le quería mucho, muchísimo. Para nada me importa admitirlo al igual que admito que una parte de mí se fue con él. Como persona me enseñó, con solo 21 años que por más imposible que parezcan las cosas uno puede ser lo que se proponga. Su valentía era incontestable y no hablo sólo de la forma de afrontar su enfermedad.
Luis es el primer alumno de Rockschool en Monforte en lograr el Level 4
Music Performance, el primero de los dos años de un grado universitario, que en
el caso de la música supone unos 10-11 años de formación. Para mí, una de las
cosas más desgarradoras es que ni siquiera pudimos entregarle ese ansiado
título, con el que le esperábamos a la vuelta de su operación. Sin embargo, sí
supo que había aprobado.
En ese examen, de una hora y media de duración en el caso de Luis, el
candidato es sometido a una prueba tocada de 35 minutos aproximadamente ante un
juez internacional Rockschool, pero también a una entrevista donde se evalúan
conocimientos de promoción musical, legislación española o europea. Junto a su
examinador, Daniel Rankin, soy el único testigo de lo que pasó dentro de la
sala, aunque mi función era la de traductor, por lo que Luis estaba
"solo" ante un examen que había preparado a conciencia.
Luis entró sereno, no parecía nervioso. Saludó en inglés y español, colocó
su set con mucho cuidado y se dirigió al examinador con una sonrisa. Le
preguntó si quería que le explicase cada una de las partes que iba a
desarrollar antes o después de tocar. Pactaron hacerlo antes y ahí comenzó su
exposición; trataba de expresarse en inglés, pero cuando quería decir algo más
específico me miraba y levantaba las cejas, "échame una mano" me
decía con la mirada.
Una vez expuestas las partituras y bien explicado el desarrollo de su
performance se sentó a la batería, probó volumen y cortésmente nos miró
pidiendo unos segundos para concentrarse en los que miró al suelo, en silencio.
La sala se quedó totalmente "seca". Luego sonrió y se volvió a poner
serio, casi al mismo tiempo. Sé que Rankin en ese momento pensó, "qué va a
pasar ahora..." Luis había elegido un repertorio de hardcore, death y
progresivo. Así que llegó la hora de la verdad...
Lo que vi aquel día me impactó... Luis se convirtió en un huracán, un
auténtico "animal" en la batería. La velocidad, intensidad y dominio
del instrumento eran abrumadoras, no se puede describir con palabras. Irradiaba
energía y era como si te envolviese y te cegase al mismo tiempo, una locura.
Recuerdo sentirme muy orgulloso de él en ese momento y de reojo descubrí que el
propio examinador había dejado de escribir y le miraba perplejo.
A pesar de los nervios y la velocidad de ejecución, el dominio del
instrumento era "total". Sí cometió errores en momentos puntuales,
pero los supo solucionar sobre la marcha de una forma increíble, a la altura de
un músico de mucho más recorrido.
Terminado el examen, regaló una camiseta de su banda al examinador con una
gran sonrisa. No estaba seguro de que pudiese aceptarla de alguien al que está
examinando, pero para mi sorpresa Rankin le sonrió y se la quedó, muy agradecido.
A Luis nadie le regaló nada. Cuando leo la noticia y dicen que fui un
cabrón no lo puedo negar, pero lo volvería a hacer. Fue una estrategia para
sacar lo mejor de él. Su orgullo no le permitía rendirse, era un guerrero.
El nivel de exigencia que pedí a todos sus profesores sobre él era difícil de
soportar para un chico de 20 años; sabía quién era y sabía que podía dar aún
más. Luis quería dedicarse a la música al más alto nivel y nuestra labor era
prepararle mentalmente para afrontar una profesión muy dura, al mismo tiempo
que le dimos las herramientas para desenvolverse en un ambiente profesional con
las garantías de hacer un buen trabajo allí donde fuese. Le esperaba un gran
futuro, sin duda.
Por eso, este día 13 seremos Luis Nieves. Yo, y también Lorena Do Val, Luis Vivas y Diego Padin, actuando como Nectarine Soul. Nosotros y todos los alumnos de Escola de Música Moderna seremos Luis y queremos que vosotros también lo seáis. Será una noche espectacular, una de esas noches para el recuerdo.
Va por ti.
Gonzalo Herrero
5 diciembre 2019
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